viernes, 6 de julio de 2018

" Fue en Abril, todo a mil "







              Esperando frente al cine, sola.

Rodeada de familias decididas a saltar a través de la pantalla sintiéndose una soprano tetera, mesilla de largas patas o reloj alérgico a las horas. No era una película que me entusiasmara pero denotaba un gesto galante y romántico del hombre con el que iba a encontrarme.
Hacía mucho tiempo que no me sentía tan halagada con esa levitación tan agradable, sensación de peso ligero y engañoso. El llegaba tarde o yo, como siempre había llegado demasiado pronto. Esa manía mía de ser asquerosamente "más-que-puntual" me estaba destrozando los nervios.
Acera arriba, acera abajo. Estirándome el jersey, agrandándomelo michelinicamente hablando. Sudando la gota gorda, me desabotono un poco, respiro hondo, ensayando risa, sonrisa, contorneo... ¡Es que ya no me acuerdo de una cita a solas con un hombre que me gusta! Y me gusta mucho.

     En moto, llega en moto. Odio las motos.

Resultado de imagen de imagenes de motos con parejaDelgado, estatura media, desenvuelto, cazadora negra de cuero... Un clásico que me transporta a mi adolescencia. Aparca su moto acompañándola delicadamente, como si de una mujer se tratara.
Odio las motos pero ese gesto, me gusta. 
Otra escena vintage, se quita los guantes como quien lleva toda su vida haciéndolo después de correr Le Mans. Y con el casco negro, enganchada a él como de fábrica, su sonrisa. 
¿La mía? automática pero en ese punto en que todavía las comisuras no se alargan, va y... ¡Me planta un beso! Dulce, rápido, inesperado, descarado, arriesgado, aventurero que contrasta con el "Hola" tímido que me suelta.
Yo, patidifusa y descolocada. ¿Qué hago? ¿Le doy la espalda, mojigata y me voy con viento fresco? ¿O le respondo, temiendo levitar demasiado por la impresión y dármela de bruces con el consiguiente ridículo?

         Opto por la segunda opción y juego.

Somos dos maduros granaetes que atravesaron la pantalla para bailar su primer vals peliculero. 
El hombre calvo de mirada pícara y sonrisa abierta, me subió en su moto y me convenció. Del todo.
En esa tarde de abril, yo fuí la Bella, no tan bella y el fue la Bestia, no tan bestia.
Hasta hoy.



3 comentarios:

  1. Muchas gracias, María mía.Hay que expresar lo que uno siente AHORA, es un bien para el alma y el corazón. No hemos de esperar. La vida corre que vuela. Moitos bicos.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Unknown. Hay que ir más al cine...jeje. Un abrazo gordo.

    ResponderEliminar