Si no tienes un plano al principio (es decir, los 4 primeros días) es difícil
que encuentres a la primera tu camarote. Con eso de la proa, la popa, estribor
y babor nunca sabes si vas para arriba, para abajo, al lado y que lado. Mi referencia era en la cubierta 3 el Hall de
ascensores de vidrio. Después de dar varias vueltas al susodicho, sino me iba a
comer a El Guadiana-restaurant no tenía más remedio que ir para el otro lado
con cuatro ascensores y aquí me guiaba por un cuadro de flores que descubrí
que había el mismo en cada planta pero en diferentes lugares…argh!!!. Me pasé
parte del crucero intentando averiguar donde estaba el camarote de los Hermanos
Marx, nada de gimnasio ni ná. Cuando quería ir a la cubierta 11 de la piscina y
el bufete acababa subiendo por las escaleras y cuando estaba en el bufete a
primera hora de la matina el problema era encontrar la salida de los
ascensores, siempre me iba a la piscina…arghh!.
Sugiero a los de la Agencia o a la Naviera que no estaría demás que nos
instalaran un Gps camarotil en la Tarjeta Polifacética indicándonos el camino: “Boba,
no es por ahí…Caliente, caliente que te quemas. Chiquilla ¿qué no ves que estás
en El Duero y no en el Guadarquiví?”.
Los encuentros antes de la excursión
del grupo multitudinario eran en una disco de la cubierta 8. Si estabas en la
cubierta 11 bufeteando solo era bajar y dar vueltas hasta que encontrabas un pasillo muuu largo
con recovecos varios, después de haberte
ido al revés varias veces (no me preguntéis si a proa o popa). Pero si estabas
en El Duero-restaurant que era la cubierta 4 donde te habías puesto las botas
con tanto embutido, pastita y café tenías que subir a la cubierta 8…A ver quien era el
guapo de encontrar un ascensor para ir arriba, no te quedaba otra que hacer piernas.
El problema era si el café hacía
secuelas en tus intestinos, tu camarote en la cubierta 3 y estando ya en la 8
te hablaban en aramés los retortijones así que venga otra vez para abajo…Dioooo!!!.
Listillos ya sé que pensáis, como para buscar un lavabo común en alguna
cubierta ascensoril para mi que los mamparos del barco se cerraban y abrían
cambiando de lugar como en Hogwarts del Harry Potter.
Y con el simulacro de naufragio, como para naufragar . Una pechá a reir que
pá que. Unos con el chaleco al revés otros la cintura no les daba para más. El
de allá que no sabía a que cubierta ir y una vez en cubierta a dar vueltas como
locos para que después un amable oficial en italiano más bueno que el pan te
dijera que esa cubierta no es la tuya (y tu bola con chaleco y un glamourrr). Calor, un calorrrr achicaharrante, nadie se aclaraba venga esperar y toos ahí con volumen doble en
cubiertas varias sin poderte ver ni los pies, problem después pá bajar por las
escaleras lo mesmo pá subir…Menos mal que yo llevaba mi kit de supervivéncia en
caso extremo, nada como mi maleta-Lipling- balsa con led incorporada y mando
antisumergimiento.
Las siete y cuarto, las ocho o las diez de la matina. Daba igual,
habitualmente descuajaringaos todos en la disco de la cubierta 8 esperando que nos
dieran la salida con el numerito de transporte marcaos cual ternero espera
matadero. ¡ Esperas eterrrrnas!. Y cuando nos dan la salida…enga, a bajar
escaleras porque de la 8 a la cubierta 1 te diré,como una visita turística del barco de
proa a popa o al revés siempre pasando por El Casino. Con el ticket de la
excursión en la boca y la tarjeta polifacética además del numerito de ternero
degollao. Ahora sabemos porque han tardado tanto en darnos la salida. Mar de
fondo en el fondo, la pasarela del trasantlántico subía y bajaba que solo con mirarla la
gente cogía tortículis y unos barquitos-lancha que nos llevarian a puerto en un
santiamén pero blancos como el papel, tanta biodramina pá ná. Lo gracioso era
lo “marineros” que nos sentíamos en una barca como la de Blanes a Lloret de
Mar, cerrabas los ojos y pensabas que ibas de pesca más que de crucero.
¡Ilusos!
Éramos como 210 o así repartidos en autocares con nuestro guia pertinente.
Los viajecitos en este bólido, rápido como la centella eran de hora y media ir,
hora y media volver así que nos daba tiempo sobrado para cantar, dormir, roncar
y posicionarnos sublimemente en nuestro asiento como verdaderos
contorsionistas, más que nada para calentar músculo y no perder tono dada las
caminatas que sabíamos nos derrengarían más tarde. En estos ir y venir aprendí a manejarme como fotógrafa experta en
movimiento y es que, “…A la derecha veran Uds…”hala, a lanzarse contra la
ventana de la derecha por encima de un ñero/ñera que como tú afianzaba su
meñique contra el vidrio, cámara en ristre y zas…¡Magnífica farola de
Florencia, poste de luz romanino o matojo de la Côte Azur ¡. Si, señor, mis
mejores fotos y exclusivas de verdad. “…A la izquierda, a lo lejos el
Coliseummmm”, eso sólo llegue a ver el “….ummmmm” pero tuve suerte y en la foto
sale, el vidrio, el trocito de la calle y, al fondo ¡Oh, Cesar! ¿será eso el
Coliseummmm?.
En fín, llena de moraos en las pantorrillas tanto derecha e
izquierda porque el conductor cuando ya cogía la posición de disparo aceleraba
pie a fondo comiéndome además la limpísima tapiceria del autocar. Eso sí, desde
entonces mi equilibrio ha ganado muchos puntos.
CONTINUARÁ EN EL PRÓXIMO CRUCERO EN LA BAÑERA DE MI CASA...