En la superficie soy un autómata que recorre paisajes, a veces, entre túneles oscuros y ruidosos, siendo muchos los que me han creado y armado desde la sensibilidad hasta el más útil pragmatismo. Sobreviviendo bajo el sonido circular, cadencioso y rítmico que siempre, siempre me acompaña.
Repiquetean en mí, tacones con curvas envueltas en suave angorina o seda salvaje, según sea la estación del año, con aroma en mis entrañas a humo, deseo y sudor.
Es en la noche más oscura, cuando la luna negra lo invade todo que duermo, veloz… No siendo de ningún lugar, pero estando en todos. Perteneciendo a los anhelos de aquellos que desean cambiar su vida y marcharse lejos, con o sin rumbo.
Yo hago que tus expectativas se cumplan, solo desde un punto geográfico a otro, no atreviéndome a más. Así llevo la vida latente en mis tripas, sin que siquiera, te des cuenta y en un plis plas, cierras tus ojos… Abriéndolos con una nueva luz, en otro destino.
Me enamoran los periplos lujosos, tenedores de alpaca, copas de Bohemia y miradas ardientes que lo dicen todo.
¡Cuantas veces he deseado
desprenderme de mis ejes
y echar a andar sin carriles
que me manden!
Así lo siento, entre férreas estructuras, maderas de oriente y silbidos largos, entrañables.
¿Quién soy…?
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